Los impostores, el juego de mesa de identidades secretas y mentiras.
Héctor Vargas erigió un imperio multimillonario sobre una base de prácticas financieras fraudulentas. No obstante, su vida acabó de forma algo ignominiosa cuando se atragantó con el corcho de una botella de champán sin que nadie pudiera socorrerle. Ahora podéis heredar su increíble fortuna. Solo tenéis que demostrar que reunís las mismas cualidades que el magnate: inteligencia, falta de consideración y un sexto sentido para el engaño.
Entró en el salón en el que se encontraba el círculo más cercano de su exmarido. No reconocía ninguna cara, por lo que ellos tampoco deberían de reconocer la suya. Se quitó el maquillaje, las perlas y se hizo un moño antes de entrar en la habitación. “Muy buenas —dijo con media sonrisa, imitando el acento sureño—, me he enterado de que el señor Vargas ha estirado la pata y pensé que era buena idea presentarle mis respetos. Soy su cocinera privada. Mucho gusto”.
Los impostores es un juego de mesa en el que entre tres y seis jugadores asumís el papel de los miembros de la familia Vargas. No importa cuál sea vuestra identidad; el objetivo es eliminar a los oponentes cazando sus mentiras, siempre que acuséis correctamente, porque de lo contrario quedaréis eliminados de la partida. Si queréis realizar acusaciones con fundamento, deberéis conseguir recursos y emplearlos para investigar a los otros jugadores. Para ganar, tendréis que evitar las acusaciones y realizarlas con buen ojo, y todo ello sin dejar que vuestras mentiras salgan a la luz.
Esta edición, creada con ayuda de Bill Eberle y Peter Olotka, sitúa el juego en un entorno contemporáneo de rivalidades familiares, el resentimiento de las clases sociales y el monstruoso enriquecimiento empresarial. El número de personajes ha pasado de seis a siete y sus privilegios e inmunidades se han reajustado. Se han incluido hojas de referencia para seguir de cerca cada identidad y las mentiras vertidas a lo largo de la partida, así como un nuevo sistema de puntuación que os animará a jugar a Los impostores durante varias rondas para descubrir quién de vosotros miente mejor.
Identidades falsas
La fortuna de Héctor Vargas se consiguió por métodos deplorables, por lo que su círculo familiar no tiene problemas en emplear trucos engañosos para heredarla. Comenzaréis el juego con un personaje secreto y una pequeña cantidad de dinero, prestigio o pruebas, que deberéis gastar para investigar a vuestros rivales, por lo que lo primero será conseguir más… mintiendo, claro.
La acción de pretender permite adquirir recursos usando el privilegio de un personaje, se corresponda o no con el vuestro. Pongamos que vuestro personaje es la Cocinera y tenéis una ficha de dinero y una de prueba, pero ninguna de prestigio. La Cocinera solo puede intercambiar fichas de recurso con otros jugadores, sacrificando un recurso para obtener otro. El privilegio del Primo Lejano, que permite coger una ficha de prestigio directamente, sería mucho más útil. Solo tenéis que decir que sois el Primo Lejano e intentar beneficiaros de su privilegio.
Pero antes de coger esa ficha tenéis que esperar. Es posible que otro jugador sospeche, o sepa, que no sois el Primo Lejano y diga en voz alta “¡Impostor!” y os pare los pies. En ese momento, todos los aspirantes a heredero tienen la oportunidad de debatir y votar si creen que estáis mintiendo o no. Si os creen, no importa que digáis la verdad o no: podéis ir a por vuestro ansiado recurso. Pero si os pillan realizando una declaración falsa, tenéis que confesar, con lo que perdéis la oportunidad de haceros con el recurso y la posibilidad de robar la identidad del Primo Lejano más adelante.
Si, por el contrario, hubierais sido el Primo Lejano pero no os hubieran creído, habríais ganado la partida directamente. Cada vez que pretendéis ser otro personaje tenéis dos opciones: decir la verdad para usar el privilegio de vuestro personaje en exclusiva o mentir para haceros con los recursos que necesitáis. Si decís la verdad os podéis beneficiar mucho cuando el resto de jugadores considera que mentís, pero cuando realmente mentís, será mejor que pongáis vuestra mejor cara de póker para que os crean.
Acusaciones verdaderas
Para eliminar a vuestros oponentes tendréis que hacer algo más que acumular recursos; tendréis que investigarlos, deducir sus identidades verdaderas y acusarles de falsedad. Para investigar a un oponente, necesitáis gastar una ficha de cada, dinero, prestigio y prueba, y elegir un objetivo. El jugador objetivo deberá entregaros cuatro cartas de sospecha: una que se corresponda con su identidad real y otras tres adicionales para despistaros. Puede que esta información sea incompleta, pero al combinarla con las pistas de otras investigaciones y los datos sobre identidades falsas, podréis realizar una acusación más sólida.
Realizad la acusación sacando la carta de sospecha que creéis que corresponde a la identidad real de vuestro oponente y dádsela en secreto. Entonces debe anunciar si es correcto o no, pero nunca decir de qué identidad se trata. Si vuestra acusación es correcta, el jugador objetivo queda eliminado de la partida sin que se sepa su identidad secreta, pero de ser incorrecta, sois vosotros los que quedáis eliminados de la partida.
Entre las tres acciones y las siete identidades posibles, tanto vosotros como el resto de los aspirantes a heredar la fortuna de Vargas podéis tejer una compleja red de engaños para intentar mentir mejor que nadie. También podéis incorporar a la partida las inmunidades, que sirven para evitar que los otros jugadores roben vuestros recursos. Pero, claro, siempre que uséis una inmunidad, cualquiera puede decir en alto “¡Impostor!”, así que vigilad cuánto mentís.
Asquerosamente ricos
En esta lucha sin cuartel por las riquezas de Héctor Vargas, las mentiras campan a sus anchas mientras las verdades se escabullen. Se sabe quiénes son los rivales, y se sospecha que no son exactamente quienes dicen ser. Por eso se gana más pretendiendo ser otra persona antes que mostrar la verdadera identidad. En Los impostores, la realidad y la ficción se mezclan mientras los jugadores llevan a cabo elaboradas estrategias y deducciones. Solo los maestros de la mentira que sepan oler la verdad y moverse por situaciones pantanosas podrán heredar la fortuna de Vargas, hacerse asquerosamente rico y ganar.